martes 13 de mayo de 2025 - Edición Nº43

Comunidad | 11 may 2025

Sabor a local

“El Ojito”: el alfajor artesanal que representa a Roque Pérez

De Roque Pérez al podio en Lobos: la historia de Edgardo Salinas y su alfajor artesanal “El Ojito”, un producto que emociona por su sabor y su historia."


Por: Josué Bossi

El pasado fin de semana, en el marco de la Fiesta del Alfajor celebrada en la ciudad de Lobos, un producto local se destacó entre más de veinte competidores: el alfajor artesanal “El Ojito”, elaborado por el vecino Edgardo Salinas, obtuvo el segundo puesto en el concurso al mejor alfajor. Una distinción que no solo habla del sabor, sino del trabajo, la pasión y la historia que hay detrás.

Charlamos con Edgardo, quien nos compartió su camino en el mundo de la pastelería, su paso por el Mercado municipal Bien Auténtico, y cómo una pasión nacida en un curso cambió su vida.

"El Ojito de Roque Pérez": Un empredimiento que crece día a día


— ¿Cómo fueron tus inicios en la elaboración de alfajores?

Todo comenzó con un curso que se dictó en la escuela especial. Lo hice completo y obtuve una certificación. La verdad es que trabajar junto a los chicos fue el motor de la cursada. Me motivaron muchísimo.


— ¿Cómo llegaste al Mercado Bien Auténtico y qué relación tiene con El Ojito?

A las dos semanas de haber terminado el curso empecé a hacer alfajores. Se los daba a probar a mi familia, a mis amigos... Y así fue que llegó a oídos de la gente del mercado, que me propusieron incluirlos.

Empecé muy simple, sin marca, con un papel celofán. Pero el mercado fue clave para lo que hoy es El Ojito. Después de un año, mi familia y yo ya vivíamos de los ingresos que generábamos ahí. Fue un antes y un después.


— ¿Cuál creés que es el valor agregado de tu producto?

Creo que el valor principal es el esfuerzo, las ganas y el nunca bajar los brazos. Siempre encaro cada desafío con todo. Voy hasta el final y siempre trato de ir por más.


— ¿Qué es lo que más disfrutás de tu trabajo?

Es mi cable a tierra. Puedo estar 6, 8, 10 o hasta 20 horas parado al lado de la mesa, y lo disfruto como el primer día. Canto, pongo música, hago piruetas… ¡de todo un poco! Trato de disfrutarlo al máximo. Es una pasión que llevo adentro.


— Contanos sobre tu experiencia en la Fiesta del Alfajor en Lobos. ¿Cómo viviste ese segundo puesto?

Me invitaron como un mes antes. Ya tenía todo listo, pero el viernes antes de viajar se me rompió el auto y decidí no ir. El sábado mi hijo vino a tomar unos mates y me preguntó si ya me estaba preparando. Le dije que no, que no iba porque no quería arriesgarme en la ruta. Y me dijo: “Terminá tu producción que yo te llevo”.

Así que terminé, viajamos, y cuando llegamos había más de 30 puestos, de los cuales 26 competían. Armamos todo con mi señora y salí a recorrer. Cuando volví, le dije: “Me siento muy chiquito comparado con lo que vi”. Ella me respondió: “No seas bobo, vos también lo hacés con amor”. Y mi hijo agregó: “Si vas a competir, papi, que sea con el alfajor de café”.

Cuando pasaron los jurados, les di uno a cada uno y me preguntaron: “¿Con cuál competís? Tomé la sugerencia de mi hijo y elegí el de café. Les di las muestras, y la gente venía, compraba, te felicitaba. Me fui sintiendo mejor, pero nunca me esperé el premio.

Gané el segundo puesto por solo tres milésimas. Para mí, fue como ganar. Sentí que mi alfajor estaba arriba, que Roque Pérez estaba representado allá en lo alto. Porque aunque a veces uno no sienta que se valora lo que hace en su pueblo, yo siempre llevo la bandera de Roque Pérez a todos lados.


— ¿Qué significado tiene para vos este logro?

Mucho. Ahí me preguntaban por qué le pongo tanta pasión a lo que hago, y respondí: “Por los chicos con los que hice el curso”. Ellos son la esencia de este alfajor. Uno puede poner amor y dedicación, pero no hay que olvidar lo que te llevó hasta acá. Ahora, mientras digo esto, me emociono.


Lo que empezó en una capacitación junto a jóvenes de una escuela, hoy es un producto con alma propia. “El Ojito” no solo conquistó a un jurado en Lobos, también representa el esfuerzo, la superación y el orgullo de un pueblo. Detrás de cada bocado, hay una historia. Y Edgardo Salinas la cuenta con pasión, sabor y fuerza. 

Pueden seguir las redes de Edgardo para conocer más sobre su producto.

 

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