Por: Redacción
El pasado 7 de noviembre, fecha elegida por ser el día de su cumpleaños, la comunidad de Roque Pérez rindió homenaje a Juan Carlos “Chinchu” Gasparini con la inauguración de un monumento a escala real en la Plaza Almirante Brown. La iniciativa, impulsada por sus amigos, busca mantener viva su historia y el profundo afecto que dejó en su gente.
El encuentro reunió a vecinos, vecinas, familiares y amigos, y contó con momentos de gran emoción, como la interpretación de “A mi manera” por Coqui Maidana y “Checho” Soria. También hubo palabras de recuerdo a cargo de Checho Battista, quien destacó su compromiso y humanidad.
En esta nota, compartimos además un relato realizado por Cecilia Zuccotti, que describe con gran sensibilidad la vida de Chinchu.
Hoy Roque Pérez vuelve a detenerse un instante para mirar hacia adentro, hacia su propia historia, y honrar a uno de sus grandes protagonistas: Juan Carlos “Chinchu” Gasparini.
Y lo hace en una fecha tan simbólica como especial: el día de su cumpleaños. Un día que siempre nos traerá recuerdos, abrazos y anécdotas, y que hoy se carga además de un nuevo significado. Porque hoy descubrimos el monumento que llevará su imagen para siempre en uno de los lugares que él más amó: la plaza Almirante Brown, justo frente al hospital municipal.
Quienes lo conocieron saben que ese hospital fue parte de su vida cotidiana. Lo recorría, lo defendía, lo cuidaba como si cuidara a cada vecino al mismo tiempo. Por eso, el monumento allí no es una casualidad: es un gesto de pertenencia, un “aquí estoy” que vuelve a mostrarse incluso después de su partida.
Pero hay algo más profundo aún: la imagen elegida para este homenaje nace de una fotografía tomada hace algunos años, en un Día del Jubilado celebrado en la Estancia La Dulce. Ese día Chinchu, fiel a su espíritu inquieto y espontáneo, no dudó en sumarse a una partida de bochas como uno más. Sin protocolo, sin avisos. Él, como era él. Mezclado con la gente, disfrutando, riéndose, jugando.
Fue en ese momento, sin impostaciones y sin poses, cuando capturé la foto.
Esa imagen, que hoy se transforma en monumento, lo representa de cuerpo y alma.
Su caminar inconfundible, un poco apurado, un poco distraído. Sus piernas flacas, desgarbadas, que parecían hechas para andar siempre por los barrios, para recorrer las calles del pueblo, para estar cerca.
Su cara medio pícara, ese gesto entre serio y sonriente que anticipaba algún comentario sagaz.
Y su desparpajo tan genuino, tan suyo, que lo hacía entrar a cualquier lugar como si fuera su casa… porque, en el fondo, Roque Pérez entero era y seguirá siendo eternamente su casa.
No es un monumento solemne, distante o frío. Es Chinchu tal cual lo recordamos: simple, presente, humano, de remera y alpargatas. Una figura que habla más de cercanía que de bronce; más de memoria viva que de recuerdo lejano.
Hoy, al descubrirlo, no sólo celebramos su cumpleaños. Celebramos su forma de estar en el mundo. Su compromiso sin descanso. Su ternura escondida detrás de la firmeza. Su manera de caminar al lado de su pueblo, no delante ni detrás.
Que este monumento sea un punto de encuentro. Que invite a detenernos, a sonreír un poco, a recordar alguna de sus frases, a sentirlo cerca.
Que sea también una invitación a seguir construyendo la comunidad que él soñó: una comunidad donde la política se ejerza con amor, con trabajo y con presencia sincera.
Hoy, Chinchu vuelve a ocupar un lugar en nuestra plaza y en nuestros días.Y nosotros, su pueblo, volvemos a decirle gracias. Por lo que hizo, por lo que dejó y por lo que sigue significando en cada rincón de Roque Pérez.
Porque su ausencia sigue pesando, pero su presencia también sigue viva. Vive en las historias que contamos, en las anécdotas que vuelven una y otra vez, en los gestos cotidianos que todavía lo nombran sin decir su nombre.
Vive en el cariño que dejó sembrado y en la huella que nadie podrá borrar.
Y aunque el tiempo avance, habrá cosas que no cambiarán, lo vamos a seguir extrañando, cada uno a su manera, y sabremos siempre que hubo —y habrá— un solo Chinchu.
Un hombre irrepetible, hecho de calle, de pueblo y de corazón.